domingo, 22 de febrero de 2009

I´m loving it



Las puertas se me abrieron de par en par y el olor a piso limpio y aceite caliente me inundó el cerebro, los empleados- pobres que usan un traje tan feo y que sonríen como solo lo haría alguien a quien le pagan por parecer amable a pesar de...-me atendieron con amabilidad en el grado correcto-ni mucho ni poco-y me destaparon el paraíso que solo el menú de McDonald es capaz de ofrecer; hamburguesa con queso, hamburguesa doble, ensalada, pan con queso derretido, helado- me encanta el MacFlurry con Oreo- y la Coca-Cola que es "la chispa de la vida"...y la vista que se me nubló ante las infinitas combinaciones que se pueden hacer con todos aquellos nombres que me suenan a cosa prohibida. Caminé los pocos pasos que me separaban del mostrador y con cada paso que daba el corazón me latía con más fuerza. "En qué le puedo ayudar?" me preguntó con un acento neutro la muchacha que estaba tras el mostrador. Al primer instante no supe que decirle y me quedé con un nudo en la garganta hasta que me preguntó por segunda vez. A punto estuve de decirle que no quería nada, pero ya había hecho la mayor parte del camino y no era momento de echarse para atrás. Alcé la vista y pretendí leer la lista de productos y combos que se ofrecían en el menú y mis ojos se clavaron en las letras amarillas más seductoras que he visto: "BigMac"...las seis letras se escaparon de mi boca y el rostro se me iluminó al pensar que con aquel acto me estaba liberando de uno de los tantos prejuicios que he ido coleccionando a lo largo de mi vida. Se me hizo larga la espera -tres minutos- y pensé que se habían olvidado de mi orden. Para pasar el rato me puse a fantasear con Ronald McDonald y en mi mente le cambié el color del cabello, lo imaginé saltando a las fauces de un león hambriento, vestido de astronauta, corriendo desnudo bajo la lluvia y finalmente me imaginé que él se estaba comiendo mi hamburguesa y confieso que eso me molestó un poco. Finalmente me llevaron mi hamburguesa y sin temor a exagerar puedo decir que me la tragué en un par de bocados. Ya antes había probado las famosas hamburguesas de MacDonald: la primera vez fue en la ciudad de Panamá; luego en San José, Costa Rica; después fue en la ciudad de Guatemala; la siguiente ocasión fue en Scottsdale, Arizona. Todavía no tengo muchos elementos de juicio, pero puedo asegurar que hasta este momento la mejor hamburguesa de MacDonald que he comida ha sido la que me sirvieron una tarde de sábado en la sucursal de Plaza España...pero-gracias a Dios todavía tenemos los peros-, después de toda la propaganda que se le hace y lo bien que se ve en los anuncios publicitarios, la BigMac no es tan grande como la pintan.

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