sábado, 12 de septiembre de 2009

ULTIMA HORA-ULTIMA HORA-ULTIMA HORA

Enciendo el televisor y de frente me doy con una noticia que me llama la atención (confieso que hace mucho tiempo que lo que se tiene como noticia no me llama la atención, y para deprimirme me basta y sobra conmigo mismo). Una multitud de personas trata de entrar a una casa de donde minutos antes salieron dos perros y atacaron salvajemente a un niño. Las imágenes son elocuentes; gente armada con palos, piedras y machetes empujan los portones, una señora de cabello cano se seca el sudor que le baja por la frente, los periodistas pelean por lograr el mejor ángulo y una mujer de aspecto campechano trata de consolar a la madre del niño víctima. Lloran unos, se desmayan otras, corren los policías a tratar de aplacar los ánimos y en eso que la turba empieza a gritar: "!!Mátenlos!! !!Mátenlos!! !!Mátenlos!!...todos piden que los animales sean sacrificados. Quieren ver que se cumpla la premisa aquella que dice "Muerto el perro, se acabó la rabia". Uno de los testigos declara ante las cámaras que los perros son asesinos porque son de raza pitbull y por consiguiente hay que matarlos. Todos los entrevistados dictan su sentencia, todos quieren que los perros sean sacrificados, pero nadie ha hecho ni la menor alusión al dueño de los canes ni a las condiciones que hicieron que los perros actuaran sacando sus frustraciones contra un inocente...es algo típico en nosotros los seres humanos: Atacamos los problemas de manera superficial, pero no somos capaces de matar la raíz. Los perros pueden ser sacrificados, pero el amo seguirá vivito y coleando...

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