Recuerdo que hace como dos años fui a uno de esos circos de pobres que recorren los barrios y se instalan en cualquier baldío. Una carpa rota, tres bancas, una cuerda floja, la bailarina desangelada que ejecuta su número como una autómata, un mono que vende maní y los tres payasos que más que risa dan tristeza. Pues bien, los payasos tienen una rutina donde se cuentan el siguiente chiste:
- Oye Paquito, he descubierto que trabajamos en el circo más grande del mundo.
- Por qué dices eso, Cachirulo?
- Porque cada noche invitamos al público, pero nunca logramos llenarlo.
Y después de una semana, del mismo modo que llega, el circo se marcha con sus pobrezas...y en su lugar solo queda una mancha de pisadas sobre la hierba.
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