lunes, 12 de mayo de 2008

Perfiles.

Tenía la idea de que todas las ciudades tenían su propia personalidad; París la romántica-aunque nunca estuvo ahí-, León la religiosa, Matagalpa la bohemia, Londres la triste, Roma la antigua, Madrid la nostálgica. Pero su ciudad, Managua, era la coqueta. Esta última se vestía de colores alegres. Primero era el traje amarillo de las cañafístolas y corteses, luego era el tiempo del traje de fuego del malinche, después se vestía del rosado de las flores que en Managua llaman robles...Y se le iban los días caminando por las calles sin nombres de aquella ciudad de mil historias y dos terremotos...

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