martes, 24 de noviembre de 2009

El Hombre Niño

Mario Montenegro se llama el niño que está atrapado en el cuerpo de un adulto que escribe cuentos y poemas y canciones y que al atardecer se va a pasear de nube en nube buscando un conejo que se le escapó del sombrero. No creo que la melena leonina que le cae por la nuca haya conocido un peine, tampoco parece que los pies se le cansen de tanto recorrer calles y avenidas...cuando habla no lo hace como el que pide perdón por vivir soñando, sino que lo hace con la convicción del que sabe que si no se atreve a soñar acabará viviendo una vida que le quedará chica. Cuando toma la guitarra la acaricia como el mejor amante y esta en respuesta da a luz sones que se van por el mundo haciendo felices a los niños y a los adultos que todavía se sienten niños.
En los años de mi niñez tuve la dicha de escuchar cantar a Mario Montenegro. Se sentaba en una esquina y con su guitarra mágica nos atraía a todos y nos transportaba a un mundo mágico donde habitaba una cabra llamada Antonia, un rey con cabeza de elefante que se comía la comida de todos los habitantes de su reino, un negrito que tiene hambre, el conejo Blass, el ratoncito Julián y una serie interminable de personajes fantásticos y reales que hacían que nuestra imaginación volara a una velocidad vertiginosa, que entonáramos melodías que jamás habíamos escuchado y de vez en cuando hasta bailábamos...porque era Mario Montenegro el mago que movía los hilos, el que nos hacía volar (con alas, en este caso), el que después de cada canción nos contaba un cuento, nos enseñaba juegos nuevos y jugaba con nosotros.
Estos momentos no se repetían todos los días, pero la magia que nos contagiaba en una noche bastaba para mantenernos encantados hasta que llegara el nuevo encuentro y otra vez nos hechizaba con una canción nueva...y todavía me pregunto de qué pozo saca tanta magia.
Todavía se le puede ver caminando por las calles, de vez en cuando se detiene y mira al cielo, sonríe y retoma la marcha...porque después de todo, la vida es una sola...

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