jueves, 12 de noviembre de 2009

En Aquellos Días...

Cómo cambian los tiempos. Mi padre nació en 1912 y de vez en cuando nos contaba esas anécdotas que a mi me sonaban a ciencia ficción; nos contó de cuando vio su primer avión y cómo la gente salía a los patios a ver cómo era aquel pájaro ruidoso que atravesaba el cielo, y que las gallinas corrían como locas a esconderse a los montes...y de cuando los ingenieros y topógrafos se aparecieron por el pueblo cargando unos aparatos extraños que ayudaban a trazar líneas rectas y curvas y a medir pendientes y ángulos y que meses después llegaron unos monstruos mecánicos que con los dientes arrancaban árboles con todo y raíces y que poco a poco se comieron las montañas y que en aquellas planicies plantaron una carretera larga y oscura que parecía no tener fin; también nos contaba de los viajes épicos que tenían que hacer cuando viajaban a Nandaime a vender ganado y los aguaceros de antología que tenían que sortear-cuando los inviernos eran inviernos-, y del primer carro que llegó al pueblo y que para montar al vehículo a uno de sus primos tuvieron que amarrarlo al asiento por miedo a que se lanzara cuando estuvieran en marcha, y de la electricidad que mató a algunos y asustó a muchos porque nadie tenía idea de cómo dominar aquella fuerza increíble que se escapaba de un alambrito de metal, y de lo sorprendido que uno de mis hermanos se sintió cuando fue al cine por primera vez, dicen que al nomas entrar a la sala y ver la enorme imagen que se reflejaba en la pantalla abrió la boca para exclamar: "Ala, que clase televisorsote", y que pasaron varios días antes de poder convencerlo de que aquello no era un televisor con una pantalla gigante, y del día en que mi abuelo pasó trece horas arreglándose para tomarse una fotografía vestido con su traje de domingo y lo enojado que se puso porque en el retrato aparecía más moreno de lo que era y fue cuando pronunció su terrible sentencia sobre la cámara: "Son cosas del Diablo. Soy blanco y esa caja lo vuelve a uno negro". El retrato todavía existe, pero el fotógrafo jamas volvió a dar la cara por el pueblo. Unos dicen que no volvió por miedo a ser acusado de brujo, y otros dicen que se volvió famoso y que uno de esos reyes que gobernaban del otro lado del Atlántico lo asiló bajo su manto y lo hizo su amante. También nos contó de la primera escuela que tuvieron en el pueblo y que la maestra era una señora que vestía de luto cerrado no importándole el calor infernal que hacía en los meses de verano, nos contó que se puso zapatos por primera vez a la edad de quince años y lo extraño que se sentía tener los pies cubiertos por un pedazo de cuero, y también nos contó de otras tantas historias y pasajes de su vida, y de los amigos imaginarios que se inventaba para culparlos de las travesuras que él mismo cometía...el nació en una época en que era común que los niños tuvieran amigos imaginarios. Casi un siglo después, los niños no tienen amigos imaginarios, ahora tienen amigos virtuales...y ya nada les sorprende.

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