domingo, 27 de julio de 2008

La Hora Señalada (Tarde o Temprano).

La noche del sábado lo encontré más contento,(las noches de los sábados le parecen particularmente agradables, especialmente cuando llueve), sentado en la mesa de siempre y a la hora menos pensada. Ya no vale la pena comentar el saludo de siempre y los monosílabos de rigor. Abrazaba un diario... "Lee lo que hay en la bisagra", me dijo, y me pasó el periódico. La bisagra era lo mismo de todos los días: BORRACHO LLORA HASTA QUEDARSE SECO, CIEGO DE NACIMIENTO CELEBRA EL HABER ENCONTRADO LA VISTA A LA VUELTA DE LA ESQUINA.... "Es lo de siempre", le comenté. En su rostro se dibujó una mueca de impaciencia, y haciendo un esfuerzo tremendo, me señaló que leyera en la esquina inferior derecha. Ahí estaba, acurrucada entre letras mayúsculas y con las alas extendidas, calladita, susurrante, tibia, nuevecita y recién engrasada, la declaración de amor que había mandado publicar.

A la de siempre:
Hoy es el día tanto del mes tanto del año tanto a las tantas horas con tantos minutos día de tal santo... Este su servidor, viéndose incapaz de pronunciar las palabras que siempre le ha querido confesar, hace uso del lenguaje escrito para dejarle saber que desde aquella noche de agosto del año tanto, yo: fulano de tal, mayor de edad, soltero y sin hijos, y de domicilio conocido, le confieso que no creo que haya en este o cualquier otro mundo alguien que la ame tanto como yo, por tanto; la invito a que nos acompañemos en este viaje que es la vida, y que nos hagamos felices el uno al otro por la ley natural del amor madurado a como Dios manda. Si usted acepta, la espero el sábado en la plaza que usted ya sabe, a la hora en que el sol se duerme para darle paso a las manifestaciones tangibles de los sueños.
Por siempre suyo...
(El artículo no está firmado).

Terminé de leer. Enrollé el periódico lo mejor que pude y le pregunté: "¿Si la citaste en la plaza para que te diera una respuesta, qué putas haces aquí todavía?".
Me atravesó con una mirada profunda, y me dijo mirándome a los ojos: "En este momento, ella se está poniendo su mejor vestido para ir al encuentro con su destino, y yo estoy esperando el segundo justo para lanzarme a la calle. Esta será la primera noche del resto de nuestras vidas..." Me dijo esto con una seguridad inusitada, y yo no pude hacer más que creerle. Y la lluvia continuaba...

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