Me contó que su mamá le tenía pavor a las cámaras fotográficas, y recordó que el día de su promoción del sexto grado, en el momento en que la directora del centro escolar le entregó su diploma, una batería de fotógrafos les pidió que posaran para la foto de rigor en este tipo de eventos...su madre le transmitió toda su tensión a través de un apretón desesperado a su brazo de niño... Y ahí está la foto: él con su uniforme nuevo, los zapatos brillantes y el cabello peinado con una raya perfecta al lado derecho. Su mamá tiene el cabello corto, los ojos tristes-las fotografías la hacen parecer muy nostálgica-, el vestido celeste que le llega un poco más abajo de las rodillas y unas sandalias negras, pero si prestan atención, podrán ver que su mano derecha atrapa fuertemente el raquítico bíceps y tríceps de su orgulloso hijo...
Y cada vez que recuerda los eventos de aquella mañana dichosa, siente un ardor lacerante en el brazo...y se ríe.
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