miércoles, 30 de abril de 2008

Peticiones (Gris 12.1)

Quería despegarse la costra de frustraciones que se habían adherido a su piel a lo largo de su vida-y de la vida ajena porque lo que los demás hacían le afectaba sobremanera; no había muerte que el no llorara-, y decidió jugarse el todo por el todo: Querido Dios, que pasa con mis manos que ya ni para rascarme me sirven?? No creas que me olvidé del saludo, lo que pasa es que estoy harto de esas formalidades vacías (espero que al recibir esta carta te encuentres bien de salud y en compañía de tus seres queridos...bla, bla, bla...), yo voy a ir al punto. Durante 37 años trabajé resolviendo problemas que yo no causé, me olvidé de comer, no tuve hijos a los cuales atender porque estaba demasiado ocupado atendiendo a los ajenos. Ves las arrugas en mi rostro?? Estas no son señales de sabiduría como muchos dicen, estas arrugas son la evidencia de todas las penas mal lloradas, los recuerdos borrosos, las patadas certeras, la negación de mi existencia...cicatrices que acumulé de tanto rodar por este mundo... Y aquí me tienes, haciendo fila en esta oficina fría donde vengo a retirar una pensión de miseria...pero nadie me hace caso. Dime, Señor, con quién me tengo que quejar para que mis peticiones sean escuchadas? Hasta cuándo voy a padecer este infierno en vida?? No tardes en responder...sabes que no me queda mucho tiempo...en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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